Veintiocho años después de su muerte, en 1989, el cuerpo de Dalí ha sido exhumado de la cripta que él mismo diseñó en su ciudad natal, Figueres, en Cataluña. La losa de mármol que estaba encima de su tumba, que pesaba una tonelada y media, fue retirada de la cripta en el Teatro Museu Dalí, y sus restos fueron retirados.
Pilar Abel, una mujer de sesenta y un años de la región, reclama ser la hija del artista y después de años de batalla legal ha ganado el derecho a que el ADN de Dalí sea examinado y sometido a pruebas de paternidad. “Se han extraído muestras biológicas de los restos mortales de Salvador Dalí”, ha dictado el Tribunal Superior de Justicia en un comunicado.
Abel, que ha pasado más de diez años intentando demostrar que Dalí es su padre biológico, dice que “mi parecido con el artista es muy evidente, lo único que me falta es el bigote”. Su abuela le dijo una vez “Sé que no eres la hija de mi hijo y que eres la hija de un gran pintor, pero te amo de todos modos”. Abel afirma que su madre, que trabajaba como criada en 1955 para una familia en Port Lligat (Cadaqués), tuvo un romance secreto con Dalí. Aunque en su familia todos lo sabían.
Si las pruebas de ADN resultan positivas, Abel sería la heredera de una cuarta parte de la fortuna de Dalí. La Fundación Gala-Dalí, que gestiona su patrimonio artístico, intentó bloquear la exhumación. “No nos oponemos a las pruebas de paternidad, pero hay otras opciones para extraer material genético sin llegar a la exhumación”, declaró un portavoz de la Fundación al periódico El País.
Si resulta que Abel es hija de Dalí, tendría derecho a llevar su apellido y una parte de sus derechos de propiedad y derechos de autor, y todo ello implicaría otro nuevo caso judicial.