Esta semana, el 8 de agosto, se hubiese cumplido el 60.º aniversario del casamiento de Dalí.
El casamiento de Gala y Dalí fue una cuestión compleja y colmada de contradicciones. Gala fue la musa inspiradora de Dalí, su administradora y su devota esposa durante más de cincuenta años. Primero, en 1934, se casaron por lo civil y, posteriormente, en 1958, por la iglesia católica, después de que Gala obtuviese una dispensa especial del papa. Gala estaba divorciada, pero era católica practicante. Antes había estado casada con Paul Eluard, con quien tuvo una hija llamada Cecile.
A Dalí le encantaba la idea de la boda, según resulta en el libro “Entretiens avec Salvador Dalí” (publicado en castellano como “Dalí desnudado”), de Alain Bosquet:
«Gala y yo ya estábamos casados cuando recibimos la dispensa de la iglesia. La ceremonia religiosa me causó una profunda impresión: la solemnidad, los órganos, el esplendor, la formalidad, etc. [...] Mi alegría y mi exaltación eran tan grandes que inmediatamente quise casarme con ella por segunda vez.»
El matrimonio vivió junto en Port Lligat pero, en 1968, Gala se trasladó al castillo de Púbol, que Dalí había comprado especialmente para ella, y estaba autorizado a visitar a su esposa solo cuando elle le enviaba una invitación por escrito. Este era uno de los tantos aspectos extraños de la relación que mantenían.
Para Dalí, el casamiento era sacro, como comenta en el libro “Entretiens avec Salvador Dalí”, de Alain Bosquet.
«Lo que es importante es la sacralidad […] Quiero que el mundo sepa cuan sacro es el amor.»
Dalí y Gala, la inmigrante rusa y el surrealista excéntrico, fueron dos personajes provenientes de mundos muy diferentes que se encontraron por casualidad. Aunque su relación estaba llena de erotismo, su matrimonio no era convencional. El Dr. Kovary, sicólogo clínico, afirma que la relación entre ambos «era más bien una relación madre-hijo»; Gala llamaba algunas veces a Dalí ‘Mi pequeño hijo’. Nunca tuvieron una relación sexual ‘verdadera’». No obstante Gala suscitase un profundo deseo en Dalí, él tenía miedo al contacto físico.
Gala fue su mundo, su vida entera, como afirma Dalí en el libro de Bosquet: «Por lo que a mí respecta, siento que la persona que amo tiene que embotar mi ingenio. De este modo percibo la máxima fuerza de lo que se conoce como el eterno femenino.»