«El rinoceronte es el único animal que transporta
una increíble suma de conocimientos cósmicos dentro de su armadura»
Salvador Dalí
En la casa en la que Salvador Dalí transcurrió su infancia había colgada en una pared una impresión enmarcada de la xilografía Rhinocerus, de Albrecht Dürer (1515), con el grabado de un rinoceronte sobre una plancha de madera. Fue en 1515 cuando este enorme animal veloz, impetuoso y astuto, denominado rinoceronte, se vio por primera vez en Europa, traído por el rey de Portugal. Con su famoso grabado, Dürer quiso dejar constancia de este evento.
Salvador Dalí cultivó durante toda su vida un gran interés por la figura del rinoceronte pues pensaba que su cuerno encerraba el espiral logarítmico ideal, la forma más perfecta existente en la naturaleza. Dalí afirmó que los cuernos del rinoceronte eran «los únicos en el reino animal creados según un espiral logarítmico perfecto». (Dalí citado en H. Finkelstein, The Collected Writings of Salvador Dalí, Cambridge, 1998).
El genio catalán tenía tan solo nueve años cuando le vino el delirio en torno a la figura del rinoceronte. Una obsesión que es imposible separar de su interés por Jan Vermeer y Leonardo da Vinci.
Para analizar la obsesión que tenía Dalí por el rinoceronte y sus cuernos es necesario tener en cuenta el triángulo Dalí-Vermeer-Vinci. La relación entre el rinoceronte y la joven concentrada en sus labores de encaje en la obra de Jan Vermeer titulada La Encajera (1669-1670) está vinculada al estudio de la morfología del girasol, en la que Leonardo da Vinci había ahondado en su época.
Treinta y cuatro años más tarde, en 1954, cuando Dalí tenía cuarenta y tres años; su obsesión por el rinoceronte desembocó en una decisión que le habría llevado a la formación y aclaración de las ideas relacionadas con el rinoceronte que había elaborado hasta ese momento. A comienzos del año, se dirigió al Louvre para solicitar permiso para hacer una copia de La Encajera de Vermeer. Dalí llegó al museo con el fresco de la mañana, pensando en los cuernos del rinoceronte. Para la ocasión, la pintura original fue llevada a un pequeño cuarto separado. Dalí se sentó frente al caballete y empezó a observar atentamente la obra de gran realismo y a crear su interpretación personal trazando rigurosas curvas logarítmicas.
Mientras hacía la copia, notó una serie de conos en el lienzo, que identificó como cuernos de rinoceronte y dijo: «La Encajera es morfológicamente un cuerno de rinoceronte». ¡Finalmente había encontrado el hilo de Ariadna que unía la joven de Vermeer al rinoceronte!
¿Y Leonardo da Vinci que tenía que ver? ¿Por qué hablamos de un vínculo entre Dalí y Vermeer? Porque el talento universal del Renacimiento inspiró profundamente a Dalí para el estudio morfológico de la figura del rinoceronte.
La historia del arte está llena de casos en que los artistas trataron de atribuir formas geométricas a las figuras de animales y vegetales. Leonardo expresó sus observaciones y estudió la morfología del girasol.
Tales profundizaciones se volvieron objeto de interés para Dalí, que estudió la forma del girasol comparándola con la de las curvas logarítmicas.
En el verano de 1955, Dalí descubrió que «en la intersección de los espirales del girasol resulta evidente la forma perfecta de los cuernos del rinoceronte».
Por ello, Dalí llegó a definir que el rinoceronte «no se contenta con llevar en la punta de la nariz una de las más bonitas curvas logarítmicas, sino que en el trasero lleva también una especie de galaxia de curvas logarítmicas en forma de girasol».
¡El triángulo se cierra! Y con él, el delirio en torno a la figura del rinoceronte visto a través del pensamiento de Dalí-Vermeer-Vinci y la obsesión daliniana por el triángulo rinoceronte-encajera-girasol.
De la conexión entre la joven de Vermeer y el cuerno del rinoceronte, en 1954 nació un largometraje titulado La Aventura Prodigiosa de la Encajera y el Rinoceronte, rodado por Salvador Dalí, con la dirección de su amigo Robert Descharnes y del director Jean-Christophe Averty.
Dalí decidió que para poder hacer esta obra «tenía que ver a un rinoceronte vivo». ¡Y lo hizo!
Fue al bosque de Vincennes, donde se encuentra el jardín zoológico de París, con la copia de la Encajera y, con los lentos pasos del rinoceronte François como fondo, hizo un corte en la frente de la copia de la obra de Vermeer con un colmillo de narval, considerado antiguamente el símbolo de sabiduría, castidad y pureza incontaminadas.
Para Dalí, el cuerno de rinoceronte era «la base esencial de toda estética casta y violenta».
A partir de los años 50, el rinoceronte se convirtió para el artista catalán en el animal inspirador de sus obras y por ello fundó una nueva revista titulada Rhinoceros, con el objetivo de tratar temas teológicos, estéticos, morales y científicos.
En este periodo, Dalí pintó Assumpta Corpuscularia Lapislazulina (1952) en la que pretende hacer dialogar a Dios, al Hijo y al rinoceronte. Los cuernos del rinoceronte nacen simbólicamente del Creador y dirigen su movimiento hacia el rostro de Gala y el Cristo crucificado. En la pintura Joven Virgen Autosodomizada por los Cuernos de su Propia Castidad (1954) y en la obra Madona Microfísica (1954) los cuernos de rinoceronte se vuelven el medio para analizar y descomponer las figuras y las formas. Siempre en 1954, Dalí realizó la pintura Retrato de Gala con Síntomas Rinocerónticos, en el que la imagen se fragmenta y parece desaparecer; mientras que la geometría de los cuernos de rinoceronte representa las moléculas del ADN y otorga un aspecto dinámico a todo el retrato. Desde ese momento, las moléculas del ADN, bajo forma de cuernos de rinoceronte, empiezan a llenar las pinturas de Dalí y a convertirse en protagonistas de sus obras.
Si bien resulta claramente visible la presencia de los cuernos de rinoceronte en las obras que Dalí realizó a partir de los años 50, algunas veces se pueden notar los primeros indicios de cuernos de rinoceronte en algunas obras realizadas entre los años 20 y 30. Tanto la pintura Autorretrato con Cuello de Rafael (1921) como la famosa obra La Persistencia de la Memoria presentan curvas que evocan los cuernos del rinoceronte. En su libro Diario de un Genio, Dalí escribió: «Los mismos cuernos se encuentran en mi cuadro de los relojes blandos [...] son cuernos ‘blandos’ que marcan la hora exacta [...] cuernos de rinoceronte que se separan y aluden a la desmaterialización constante de este elemento, que en mi obra se trasforma siempre en un elemento netamente místico». De igual modo, en la pintura Autorretrato con cuello de Rafael, Dalí decidió realizar su autorretrato influenciado por las obsesiones «rinocerónticas». En esta obra, el cuerno de rinoceronte «es apolíneo», según escribió Dalí en Diario de un Genio. Según el artista catalán, Rafael pintaba a través del estudio de la composición en cubos y cilindros, y tales formas resultaban similares a las curvaturas logarítmicas que se notan en los cuernos del rinoceronte.
En 1958, Mike Wallace entrevistó a Salvador Dalí, que en tal ocasión habló de sus pinturas y de su personalidad, del subconsciente y de los sueños, de la geometría y de la curva logarítmica. Dalí afirmó: «[...] la curva logarítmica del cuerno de un rinoceronte es el símbolo de la castidad, uno de los símbolos más potentes de los tiempos modernos […]».
Dalí estaba talmente obsesionado por la figura del rinoceronte, y con la relación con la curva logarítmica, que deseó una estatua de sí mismo representado como un rinoceronte y al respecto dijo: «Quiero que mi estatua sea un rinoceronte cósmico y, su parte posterior, debería contener, no las comunes granulaciones, sino otra coliflor dividida en dos con una pequeña coliflor en su interior».
Pero la obsesión que tenía Dalí por el rinoceronte no solo dio como resultado su producción pictórica y la realización del largometraje La Aventura Prodigiosa de la Encajera y el Rinoceronte, sino que el animal «cósmico» invadió, poco a poco, toda la filosofía y la producción artística de Dalí.
Con las dimensiones de un elefante y la coraza que recuerda la de las tortugas por sus colores maculados, el rinoceronte se volvió protagonista de una serie de importantes fotomontajes realizados por Salvador Dalí y Philippe Halsman (1956). El tema de la conferencia que dio Dalí en París en 1955 fue La Encajera de Vermeer y el Rinoceronte, que también aparece ilustrado en numerosas obras realizadas sobre papel.
En 1955, durante la conferencia en la Sorbona, Dalí presentó al rinoceronte como un animal extremadamente irracional, místico y rico de virtudes surreales, como queriendo representar simbólicamente a España y su pueblo: «[…] yo, Salvador Dalí, vengo de España, que es el país más irracional y más místico del mundo […]».
El rinoceronte pertenece por tanto al mundo surreal y quizá sea propio por este motivo que Dalí lo escogió para convertirlo en arte aplicando su genio. El animal se volvió el hilo conductor de su delirio surgido a la edad de nueve años, que Dalí conservó, analizó e idealizó, hasta el punto que declaró poseer una verdadera dependencia de esta criatura selvática: «durante toda mi vida no he pintado nada que no sea un cuerno de rinoceronte».
También a través de la escultura, Dalí rindió homenaje al rinoceronte, considerado un animal «cósmico», con la creación de las obras Rhinoceros Habille en Dentelles (Rinoceronte Vestido de Encaje) y Rhinoceros Cosmique (Rinoceronte Cósmico), ambas de 1956, producidas en varias dimensiones.
En ambas obras, Dalí ilustró la tridimensionalidad del rinoceronte como un símbolo de la fuerza y virilidad que se manifiesta mediante el elemento fálico del cuerno. La presencia de los erizos de mar, colocados en equilibrio sobre el dorso del animal, recuerdan la obsesión de Dalí por el contraste entre «lo duro y lo blando». Dalí vistió al rinoceronte con la armadura y, con esta trasformación surrealista, llevó a esta magnífica criatura a un mundo paralelo y ultraterrenal.
Las dos esculturas Rhinoceros Habille en Dentelles y Rhinoceros Cosmique forman parte de la Colección del Universo Dalí y han sido editadas por Airandor.
La escultura monumental Rinoceronte Cósmico alcanza la altura total de cuatro metros.
«El rinoceronte es la fuerte caja de sabiduría a nivel animal, […] más esculpida y elaborada que una placa de bronce» (Las Pasiones según Dalí, L. Pauwels).
El 22 de septiembre se festejó el Día Internacional del Rinoceronte. Para más información, visite el sitio www.worldrhinoday.org.
Citas extraídas de los siguientes libros:
Salvador Dalí, La Vida Secreta (1942)
Salvador Dalí, Diario de un Genio (1963)