Salvador Dalí
Salvador Dalí era un artista colaborativo y trabajaba con asistentes y artesanos, en colaboración con todo el mundo, desde Walt Disney hasta Coco Chanel, Alfred Hitchcock y Elsa Schiaparelli. Complacido en poder delegar aspectos de la producción a sus asistentes, su metodología de trabajo influyó a los principales artistas de los siglos XX y XXI, como se expondrá en este artículo.
Dalí era de la misma generación que Marcel Duchamp y Pablo Picasso. Para él y sus contemporáneos era más que aceptable trabajar con asistentes y usar objetos que no habían elaborado ellos mismos para sus creaciones escultóricas. Ejemplo de ello sería la obra maestra “Busto de mujer retrospectivo” (1933), en que Dalí hizo uso de una barra de pan, o, incluso, una de sus esculturas más famosas, el “Teléfono langosta” (1936), una composición cuyas dos partes eran objetos prefabricados que Dalí encontró y ensambló uno encima del otro.
Lo importante era la idea, la visión artística, y no la habilidad del artista a la hora de elaborar todos los elementos que componen una obra de arte. Un ejemplo aún más notable es, por supuesto, la ingeniosa “Cabeza de Toro” (1942) de Picasso, una escultura elaborada a partir de un sillín y un manillar de bicicleta. Dichos artistas no hicieron ningún intento por esconder que las partes de que estaban compuestas sus creaciones era producto del trabajo de otros.
El siguiente paso lógico de un artista que usa objetos prefabricados es dar forma a sus visiones a partir del trabajo de artesanos que trabajen bajo su mando y dirección. En ese momento entramos en una nueva metodología de trabajo: la metodología con la que Salvador Dalí abrió nuevas vías y allanó el camino para las generaciones de artistas venideras, entre ellos Andy Warhol, Jeff Koons o Damien Hirst.
Andy Warhol y el legado de Dalí
The Factory, el estudio que tuvo Andy Warhol entre 1962 y 1984, fue comparado con el estudio de un maestro del renacimiento; John Cale, de la Velvet Underground, lo describía de forma muy concisa como “una cadena de montaje de trabajadores del arte”. Dichos trabajadores ayudaron a Warhol a ejecutar sus ideas, aunque también trabajaron solos y a veces sin sus instrucciones expresas ni su autorización. La falta de una documentación clara que definiera los roles de los artistas que Warhol empleó durante décadas en The Factory, recientemente ha sido motivo de disputa en cuanto a la autenticidad de muchas de sus obras. Sin embargo, sus obras de arte siguen comercializándose por todo el mundo a unos precios que siguen batiendo récords.
En un artículo sobre Andy Warhol publicado online en 2009, Felix Salmon opinaba que: “a mitades de la década de 1970 Warhol ya no participaba de manera continuada en la producción en masa de sus pinturas”. Este punto de vista fue ratificado por Bob Colacello en su libro sobre Warhol “Holy Terror”. Colacello llegó a decir que, según Rupert Smith, el que fue durante muchos años el impresor de Warhol: “Teníamos tanto trabajo que incluso Augusto (el guarda de seguridad) ayudaba en las pinturas. Estábamos muy ocupados y Andy y yo lo hacíamos todo por teléfono. Lo llamábamos “arte por teléfono”.
Jeff Koons conoce a Salvador Dalí
Jeff Koons ha comentado muchas veces que Salvador Dalí fue uno de sus primeros héroes. Koons se familiarizó con las obras de arte de Dalí a una edad muy temprana. El primer libro de arte que le regalaron sus padres –cuyo contenido estudió durante su juventud- era un libro ilustrado de Salvador Dalí. Más adelante, mientras estaba estudiando en la escuela de arte, consiguió seguir la pista de Salvador Dalí durante la estancia del Maestro español en el Hotel St. Regis de Nueva York. Desde su estado de Pensilvania natal, Koons escribió una carta a Dalí y, para sorpresa suya, fue citado en el St. Regis. Ataviado con pieles y llevando un bastón remachado en plata, Dalí lo recibió en el vestíbulo del hotel y lo llevó a ver su última exposición en una galería. Así fue como Koons, finalmente, consiguió conocer a su héroe. Actualmente Koons afirma que el eficaz engranaje entre la iconografía personal de Dalí y la iconografía de la cultura de masas le proporcionó un modelo para desarrollar su obra.
“Su ‘Teléfono langosta’ es una de mis obras favoritas”, explicó. “Todos sus elementos componen una imagen fuera de lugar. Aunque, de hecho, una langosta es un crustáceo y en el pasado usábamos conchas para comunicarnos, de modo que, a pesar de todo, realmente no es una imagen tan fuera de lugar. Tengo una postal del ‘Teléfono langosta’ en mi habitación, así que la veo a diario y nunca me canso de ella” (Art News, febrero de 2005).
Dalí se convertiría en una gran influencia en el enfoque simbólico y el lenguaje visual de Koons. También fue importante en cuanto a métodos productivos. La influencia de Salvador Dalí en la metodología de trabajo de Koons se hace evidente en el empleo de asistentes y en el sistema de trabajo en un gran estudio. En mayo de 2013 Jeff Koons elaboró su celebrada serie de pinturas “Antiquity”. Para elaborar esas obras de arte se valió de un complicado proceso de producción, parecido al de una fábrica, en que los lienzos eran punteados en secciones y posteriormente pintados a mano. Así pues, para materializar sus visiones, Koons emplea no menos de 118 personas en su estudio: 64 en el departamento de pintura, 44 en el departamento de escultura y 10 en el departamento digital. Koons es un sucesor natural de la talla de Warhol y Dalí.
Damien Hirst, el Enfant Terrible… ¡con un estudio enorme!
Damien Hirst estableció una “cadena de montaje de trabajadores del arte” para elaborar un gran número de obras, especialmente sus famosos “Spot Paintings”. Incluso llegó a admitir que sólo había elaborado personalmente cinco spot paintings porque: “me daba palo hacerlo… la mejor persona que jamás pintó spots para mí fue Rachel. Ella es brillante. Absoluta y jodidamente brillante. El mejor spot painting que puedes tener de mí es uno pintado por Rachel”. La Rachel a quien se refiere Damien Hirst es Rachel Howard (nacida en 1969), que trabajó en su estudio como asistente durante muchos años y que más adelante se convirtió por méritos propios en una artista independiente de gran éxito.
La producción de las obras de arte más famosas de Damien Hirst –“Drip Paintings”, “Spot Paintings”, “Butterfly Paintings”- representa una victoria (además de un apoyo) del sistema de estudio que fue defendido por primera vez por Salvador Dalí. En enero de 2012 una exposición mundial de “Spot Paintings” fue inaugurada en las 11 galerías Gagosian de todo el globo, incluidas las dos de Londres. Hirst “ha producido” por lo menos 1500 spot paintings y actualmente tiene un equipo de asistentes que están trabajando en una obra que tendrá un millón de spots y que tardará nueve años en completarse.
Actuando más como un director de empresa que como un artista tradicional, Damien Hirst se compara a sí mismo con un arquitecto que estuviera liderando un estudio: “He empezado refiriéndome a mí mismo como a ‘nosotros’. ¿Por qué no hacemos eso? ¿Por qué no hacemos aquello?” Eso significa que me siento en una silla y observo a los demás ¡mientras hacen el trabajo! Tengo unas 100 personas trabajando para mí: 40 se dedican a los spot paintings, 40 a los butterfly paintings y 40 son temporales. Son demasiadas. Sería más cómodo si fueran unas 60 (Time Out Magazine, entrevista con Damien Hirst, lunes 20/11/2006).
Al igual que Salvador Dalí, Damien Hirst piensa que el acto creativo verdadero es la concepción, no la ejecución, y como padre de la idea él es el artista. Ahora mismo no vamos a detallar uno por uno todos los artistas cuyo método de trabajo implica –o más bien depende– del trabajo de artesanos y asistentes de estudio. Sin embargo, para gente como Salvador Dalí, Andy Warhol, Jeff Koons y Damien Hirst este enfoque conlleva muchas ventajas en términos de eficiencia y productividad.
LA IDEA SURREALISTA
El ya fallecido A. Reynolds Morse, fundador y presidente del Museo Salvador Dalí en Florida, escribió que: “Dalí enfatizaba una y otra vez que era la idea –la idea surrealista de ver algo nuevo, especialmente en objetos externos– lo que hacía que sus figuras tridimensionales fueran únicas. Sus objetos, independientemente de cómo fueran producidos, por parte de quién y en que cantidades, son la prueba evidente de que en el arte las ideas son más importantes que la artesanía (en el universo surrealista).
Para Salvador Dalí lo importante era plasmar su idea, su visión. Este enfoque era absolutamente de su época. Siglos atrás, un artista como Miguel Ángel defendió con celo su reputación de haber preservado sus creaciones de la contribución de los asistentes, hasta el punto de afirmar que había completado el techo de la Capilla Sixtina sin la ayuda de nadie (cuando en realidad varios asistentes estuvieron trabajando y pintando a su lado). En la época de Dalí, Picasso, Warhol, Koons y Hirst esta mentalidad era un anacronismo.
ESCULTURA, MAGRITTE Y EL CONCEPTO DE “IDEA”
Una escultura de René Magritte (otro Maestro del surrealismo y uno de los contemporáneos de Dalí) fue vendida en la sala Christie’s de Londres el 6 de febrero del 2013 por el muy atractivo precio de 1,7 millones de libras esterlinas (2,7 millones de dólares). Titulada La Folie Des Grandeurs (Megalomania), esta obra de arte de Magritte fue concebida originalmente en 1949 como una pintura al óleo en dos dimensiones, aunque la versión escultórica de La Folie Des Grandeurs no fue forjada hasta el 1967. Al igual que Salvador Dalí, Magritte trabajó principalmente en dos dimensiones (en vez de tres). En el catálogo de la subasta de Christie’s, Magritte es citado diciendo a su amigo y marchante Alexandre Iolas que “él sólo estaba interesado en tomar ideas de sus cuadros y mostrarlas con volumen”. El interés y participación de René Magritte en el proceso escultórico fue muy limitado. La transformación de una idea artística de dos dimensiones a una escultura en bronce de tres dimensiones fue llevada a cabo por artesanos en una fundición de escultura (y no por el propio artista, claro está). La Folie Des Grandeurs fue forjada en bronce 18 años después de que Magritte pintara la imagen. Sin embargo, esta es una “escultura Magritte” puesto que refleja de manera satisfactoria la voluntad del artista y plasma su visión artística: por lo tanto, la escultura lleva la firma de Magritte porque la idea fue concebida por el artista.
DALÍ Y LA TERCERA DIMENSIÓN
Los artistas firman los objetos y las obras de arte sólo cuando están satisfechos de haber plasmado su idea y su visión artística. Salvador Dalí quiso de manera explícita que algunos de sus dibujos, acuarelas y gouaches tuvieran un formato escultórico; es decir, quiso transformar las imágenes de dos dimensiones a tres dimensiones. Dalí también moldeó estatuas de cera y yeso, muchas de las cuales fueron ulteriormente forjadas en bronce a instancias del artista. Sin embargo, Salvador Dalí no trabajó en ninguno de los dos casos en una fundición para forjar sus esculturas en bronce. Todas las esculturas en bronce terminadas que llevan el nombre autorizado de Salvador Dalí fueron aprobadas por él mismo.