En 1930, Dalí compró una vieja cabaña de pescadores en Portlligat, con un único objetivo, transformarla en una casa para él y su mujer rusa, Gala. “No tendremos flores, ni perros, sólo el paisaje árido y nuestra pasión. Nos haremos mayores, con nuestra inteligencia, juntos”. Tal como la describe en su autobiografía., la casa estaba a un quilómetro del hogar donde nació en Cadaqués, en Girona, y a una hora de Barcelona, tan sólo a 40 km de la frontera con Francia. Hoy es un museo que sólo acoge ocho visitantes por sesión.
Dalí conoció a Gala en París en la década de los años veinte, cuando ella aún estaba casada con el poeta Paul Eluard. La casa de Portlligat ocupa ahora una superíficie de doscientos metros cuadrados y es el resultado de muchos años de trabajo de Dalí y Gala, que fueron añadiendo habitaciones y espacios a la casa original. Tal como él la describe, era “una estructura biológica (…). Cada nueva etapa de nuestra vida tiene su propia celda, una habitación”.
La casa está situada a escasos minutos del Cap de Creus, una exclusiva bahía que se ha popularizado últimamente y que recibe la visita de sofisticadas familias italianas y francesas. Declarado recientemente como espacio protegido, su geología es tan especial que inspiró a Dalí en sus obras de arte. El Cap de Creus era el escondite romántico de Gala y Dalí, donde pasaron muchas horas nadando, navegando, coleccionando ropa vieja y otros trastos, asistiendo a eventos y fiestas y creando instalaciones y happenings. De hecho, el espectacular cuadro “El gran masturbador” (1929) muestra un rostro humano con forma de roca en la bahía del Cap de Creus.
Dalí vivió en esta casa hasta que Gala murió, en 1982, y se mudó al castillo de Púbol, donde vivió hasta su muerte, en 1989.