Esta escultura se inspira en el óleo sobre lienzo de Dalí de 1937 Jirafa en llamas, y reúne dos de sus temas preferidos: el fuego y una figura femenina con cajones.
Aquí la figura femenina se compone en gran parte de llamas. Estas llamas inextinguibles representan una pasión ardiente, que se difunde de los pies hacia arriba. Modeladas en bronce, se alzan hacia lo alto dando la impresión de que toda la figura ha sido consumida por el fuego y tienen vida propia.
El aspecto físico de la mujer adquiere una nueva perspectiva, está dividida en compartimentos por cajones y las muletas sostienen su cuerpo arqueado. Bajo la influencia de las teorías freudianas, Dalí se valió de los cajones para simbolizar el inconsciente. Como él mismo dijo una vez: «El cuerpo humano está repleto de cajones secretos que solo el psicoanálisis es capaz de abrir». Alineando el busto de la figura y la pierna anterior, estos cajones parcialmente abiertos deberían describir la sexualidad escondida de las mujeres. En efecto, son la «entrada» al mundo interior de la mujer y representan nuestros deseos más profundos y el misterio de los secretos ocultos para nosotros.
La figura sin rostro representa a todas las mujeres y su belleza deriva no solo de sus formas sensuales, sino también de un sentido de misterio interior que parece surgir tanto de lo que oculta como de lo que revela.
Originalmente la figura estaba completamente curvada hacia atrás. El señor Levi recuerda el preciso instante en el que Dalí lanzó el modelo de cera al suelo en un acceso de rabia, cuando él le sugirió de enderezar ligeramente el busto. Sin la ayuda de Gala, que le hacía entrar en razón, esta escultura daliniana no existiría como la conocemos hoy, con esta forma expresiva e íntima.