En esta escultura, Dalí celebra a su relación con la amada esposa Gala. El amor está representado por una abertura en el muro en forma de corazón. En su autobiografía, Dalí describe a Gala montada en un unicornio como «Gala, que cabalga el Unicornio de mi Destino», dando a entender que la imagen del unicornio y del amor eterno por Gala para él representaban una fuente de inspiración.
El Unicornio es un animal mitológico, antiguamente era considerado un símbolo de pureza y se creía que su cuerno podía neutralizar cualquier veneno. Presenta connotaciones vinculadas a la castidad y a la virginidad, tanto masculina como femenina, y fue adoptado como signo de representación ideal del caballero «perfecto».
Aquí el Unicornio está representado como una figura fálica, cuyo cuerno penetra un muro de ladrillos formando una apertura en forma de corazón de la que emana sangre. El unicornio estuvo presente en diferentes tradiciones culturales y es celebrado universalmente como una criatura benévola y admirado por su belleza, misterio e indomabilidad. Se caracteriza por tener un cuerno solo y, en el arte de Dalí, es una imagen recurrente y de notable interés. En efecto, Dalí sentía una profunda curiosidad por el cuerno del rinoceronte y estaba fascinado por sus formas logarítmicas perfectas de espiral, así como por las conchas en forma de cuerno.
El Unicornio de Dalí se convierte en una síntesis compositiva cargada de diferentes mensajes. El simbolismo del muro, el corazón sangrante, el amor de Dalí por Gala y la mujer en primer plano, que contribuye a reforzar el aspecto femenino y sensual de la escultura.