En 1968, Dalí recibió el encargo de ilustrar una edición del libro Alicia en el País de las Maravillas, entonces decidió representar a Alicia como una joven con una cuerda de saltar entre las manos. Esta imagen apareció por primera vez en su obra artística en los años 30 y también fue utilizada en numerosas pinturas al óleo, entre las cuales “Eco Morfológico” (c. 1935).
Al igual que Alicia en el País de las Maravillas, Dalí, mediante su expresión artística, emprendió un largo y complejo viaje por la tierra de los sueños. Le atraían igualmente la trama increíble y los personajes extravagantes de la novela de Lewis Carroll de 1865, y Alicia era uno de sus personajes preferidos. En la historia, Alicia se duerme y sueña que cae en la profunda cueva de un conejo, precipitando en un mundo fantástico de pociones mágicas «bébeme», criaturas excéntricas y realidades absurdas. Para Dalí, Alicia era la eterna niña que respondía a la confusión de este mundo sin sentido con la ingenuidad y la inocencia típicas de la infancia.
En esta obra, Dalí celebra la inocencia y la ingenuidad de Alicia. El artista representa la figura de Alicia en el momento en que, como en una imagen detenida, la cuerda le pasa por encima de la cabeza, mientras de sus manos y su cabello florecen rosas, que simbolizan la belleza femenina y la eterna juventud. La muleta, en cambio, es el símbolo de estabilidad que le ofrece un apoyo emotivo, actuando de nexo con el mundo real.